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La peor dieta en menopausia: baja en grasas


La perimenopausia marca una etapa de importantes cambios en nuestro cuerpo. Es normal notar que acumulamos más grasa en la zona abdominal, que nuestras curvas cambian o que, sin modificar nuestros hábitos, empezamos a ganar peso.

Ante esto, muchas veces recurrimos a dietas hipocalóricas, es decir baja en grasas o apostamos por productos «light» sin detenernos a pensar en la calidad de los nutrientes y su impacto real en nuestro organismo.

Lo primero que quiero recordarte es que las grasas no son nuestras enemigas. Al contrario, son un macronutriente esencial y cumplen funciones fundamentales en nuestro bienestar. El problema no es su consumo, sino elegir las incorrectas. Por eso, hoy quiero contarte por qué son tan importantes y cómo aprender a incorporarlas de manera inteligente en nuestra alimentación.mente.

Las grasas y su impacto en nuestro cuerpo


Son esenciales para el cerebro

Las grasas actúan como un lubricante natural para el cerebro y ayudan a reducir la inflamación. Si no lo nutrimos adecuadamente, es mucho más fácil que aparezcan problemas de memoria, dificultades para concentrarnos o que no estemos haciendo una buena prevención contra enfermedades neurodegenerativas. La salud del cerebro está directamente relacionada con nuestra alimentación, y las grasas saludables juegan un papel clave en este aspecto.

Nos protegen de la inflamación

Durante la perimenopausia, la inflamación en el cuerpo aumenta de manera natural, lo que puede contribuir a problemas como la resistencia a la insulina, dificultades para dormir o una menor producción de serotonina, la hormona que influye en nuestro estado de ánimo. Las grasas saludables nos ayudan a combatir esta inflamación y a mantener un equilibrio en nuestro organismo.

Nos aportan saciedad

Uno de los errores más comunes es eliminar las grasas pensando que así perderemos peso más rápido. Pero la realidad es que las grasas saludables nos ayudan a sentirnos saciadas por más tiempo, ya que tardan más en digerirse. Esto evita que estemos picoteando constantemente y nos ayuda a mantener una alimentación más equilibrada.

Regulan el cortisol y la insulina

Una dieta demasiado restrictiva, baja en calorías y sobre todo en grasas, puede aumentar los niveles de cortisol, la hormona del estrés. Esto, a su vez, contribuye a la resistencia a la insulina, lo que puede favorecer la acumulación de grasa abdominal. Además, el exceso de cortisol afecta nuestro estado de ánimo y la calidad del sueño, haciendo que nos sintamos más agotadas y con menos energía.

Son clave en la producción hormonal

Las grasas tienen un papel fundamental en la formación de nuestras hormonas. Durante la perimenopausia y la menopausia, cuando los cambios hormonales son más evidentes, asegurarnos de consumir grasas saludables puede ayudarnos a mantener el equilibrio y sentirnos mejor tanto física como emocionalmente.

¿Cuáles son las mejores fuentes de grasas saludables?

No se trata solo de incorporar más grasas, sino de elegir las correctas. Aquí tienes algunas de las mejores fuentes:

  • Grasas poliinsaturadas y monoinsaturadas: Estas grasas tienen múltiples beneficios para la salud y se encuentran en alimentos como el pescado azul pequeño (sardinas, caballa), el aguacate, los frutos secos y los aceites de calidad.
  • Aceites saludables: Es importante optar por aceites de buena calidad, como el aceite de oliva virgen extra (AOVE) o el aceite de coco. Sin embargo, hay que tener en cuenta que el AOVE, cuando se cocina a altas temperaturas, puede oxidarse, por lo que es mejor utilizarlo en crudo o a fuego bajo.
  • Frutos secos y semillas: Almendras, nueces, chía y lino son excelentes opciones para añadir grasas saludables a nuestra dieta.

Evita las grasas refinadas y los productos ultraprocesados

Así como hay grasas buenas, también hay grasas que debemos evitar. Las grasas trans, presentes en muchos productos ultraprocesados y en algunos alimentos etiquetados como «light» o «bajos en grasa», pueden ser perjudiciales para la salud. Estas grasas están asociadas con un mayor riesgo de inflamación, resistencia a la insulina y problemas cardiovasculares. También es recomendable evitar los aceites vegetales refinados, que pueden generar un efecto inflamatorio en el organismo.


Conclusión

Las grasas son fundamentales en esta etapa de la vida. Nos ayudan a nutrir el cerebro, reducir la inflamación, mantenernos saciadas y regular el equilibrio hormonal. Sin embargo, es crucial elegir las adecuadas y evitar aquellas que pueden perjudicar nuestra salud. En lugar de temerles, aprendamos a incorporarlas de manera inteligente y equilibrada en nuestra alimentación.

Cuidarnos desde adentro es la mejor manera de sentirnos bien y vivir esta etapa con plenitud y energía. ¡Dale a tu cuerpo lo que realmente necesita y verás la diferencia!

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