Hoy quiero hablarte de un tema del que se habla poco, pero que todas vivimos en algún momento: el cuidado íntimo a partir de la perimenopausia. Y quiero hacerlo desde una mirada diferente, porque cuando hablamos de la vulva o de la vagina, parece que siempre lo asociamos a las relaciones sexuales, como si ese fuera el único motivo para cuidar esta zona.
Pero la realidad es que el cuidado íntimo va mucho más allá del sexo. Se trata de salud, de comodidad, de poder ponerte unos vaqueros sin molestias, de sentirte bien contigo misma en tu día a día. Yo misma he pasado por esa sensación de sequedad o tirantez, de notar que algo ha cambiado. Y no, no tiene nada que ver con la edad “porque sí”, sino con todo lo que ocurre a nivel hormonal durante esta etapa.
¿Por qué cambian nuestra zona íntima en perimenopausia?
La zona íntima es una de las partes del cuerpo con más receptores hormonales. Por eso, cuando los estrógenos bajan, los cambios se notan rápido:
- La mucosa se regenera más lentamente.
- Se produce menos colágeno, y con ello disminuye la hidratación.
- La piel se vuelve más fina y sensible.
- Y la microbiota —esas bacterias buenas que nos protegen— se debilita.
Antes, quizá tenías flujo diario y ni lo pensabas; ahora, puede que notes sequedad o incluso molestias. Todo esto ocurre porque el entorno vaginal se vuelve más alcalino y pierde sus defensas naturales, aumentando el riesgo de candidiasis, cistitis o irritaciones.
Por eso es tan importante entender qué está pasando y empezar a cuidar esta zona con cariño y conocimiento. No es solo una cuestión de bienestar, sino de salud.
1. El error más común: limpiar en exceso la zona íntima
Una de las primeras cosas que solemos hacer cuando sentimos molestias es usar más jabón íntimo. Y justo eso empeora la situación.
Aunque sean productos “especiales”, los jabones alteran el pH y eliminan parte de las bacterias protectoras. La recomendación más respetuosa —y la más eficaz— es limpiar solo con agua la parte externa. La vagina, de hecho, se limpia sola. No necesita duchas internas ni productos.
Siempre digo que es una zona pirolítica: se autorregula. Cuanto menos la alteremos, mejor funcionará.
2. La importancia de una ropa interior respetuosa
El segundo error más frecuente, tiene que ver con lo que usamos cada día: la ropa interior.
Los tejidos sintéticos y los diseños muy ajustados —como el tanga— pueden alterar la microbiota y aumentar la irritación o incluso el paso de bacterias desde la zona anal. Por eso, las prendas de algodón son las mejores aliadas. Son transpirables, suaves y ayudan a mantener un ambiente equilibrado.
Yo sigo confiando en Avet, una marca de toda la vida, con modelos cómodos, tejidos respetuosos y fabricación nacional. Y te aseguro que desde que uso braguitas cómodas, no puedo volver atrás. Elegir prendas que cuiden tu cuerpo no es una cuestión estética, es una forma de priorizarte.
3. Cuidar la microbiota desde dentro
Otro error habitual es pensar que la microbiota vaginal solo depende de lo que ocurre en la vulva. En realidad, empieza en el intestino. Las bacterias que viven en nuestra zona íntima proceden del equilibrio intestinal, así que cuidar lo que comemos es clave.
Algunos consejos:
- Aumenta el consumo de fibra (al menos el 50 % del plato), y que sea variada: brócoli, zanahoria, col, rábano, pepino, legumbres…
- Incluye alimentos fermentados como el chucrut, el kéfir o el kimchi.
- Evita el exceso de azúcar y ultraprocesados, ya que alimentan a las bacterias y hongos no deseados (como la cándida).
Además, puedes apoyar esta microbiota con un probiótico específico para la zona íntima, como Probiointim, que contiene cepas de lactobacilos que ayudan a restaurar el equilibrio y fortalecer tus defensas naturales.
4. Hidratar también la zona íntima
Así como cuidamos nuestra piel o nuestro rostro, la vulva también necesita hidratación. Y no hablo solo de beber agua, sino de aplicar productos específicos, respetuosos y sin perfumes ni derivados irritantes.
Una buena rutina es aplicar un hidratante íntimo cada noche, igual que haces con tu crema facial. Esto mejora la elasticidad, reduce la sequedad y ayuda a mantener las bacterias buenas.
Piensa en ello como tu skincare íntimo: no es algo cosmético, es una parte más de tu bienestar.
5. Nutrir desde dentro: las grasas saludables son esenciales
No podemos olvidar la hidratación interna. Las grasas saludables son indispensables para nutrir las mucosas y mejorar su flexibilidad.
Incluye cada día:
- Aceite de oliva virgen extra
- Frutos secos naturales
- Aguacate
- Pescado azul pequeño (como sardinas o caballa)
Y si buscas un apoyo extra, el Omega 7 puede ser un antes y un después. Ayuda a hidratar desde dentro, no solo la zona íntima, sino también la piel y los ojos. El Omega 3 también es muy beneficioso, ya que tiene un efecto antiinflamatorio y mejora la salud global en esta etapa.
Conclusión: cuidar tu zona íntima es cuidar de ti
A partir de la perimenopausia, nuestra zona íntima necesita más atención, pero no desde el miedo, sino desde el conocimiento y el autocuidado.
Cuidarte no es solo prevenir infecciones o molestias, es recuperar tu confort y tu bienestar diario. Evita los lavados excesivos, elige tejidos respetuosos, cuida tu alimentación, hidrátate y no olvides nutrir tus mucosas por dentro y por fuera.
El cuidado íntimo en la menopausia no tiene que ver con las relaciones sexuales, sino con sentirte bien en tu propio cuerpo, cada día.
Porque cuidar de ti —también ahí— es una forma de quererte. 💛
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