alimentación antiinflamatoria

Alimentación antiinflamatoria en menopausia: lo que debes saber


Es probable que hayas sentido en los últimos años cambios que antes no notabas: más cansancio, dolores articulares, digestiones pesadas, o incluso más dificultad para perder peso. Tal vez has pensado que es «normal» por la edad, por las hormonas, por el estrés… y sí, todo eso influye. Pero hay un factor silencioso y poderoso que muchas veces pasa desapercibido: la inflamación.

Hoy te quiero hablar de cómo la alimentación antiinflamatoria puede ser esencial para tu bienestar, especialmente a partir de la perimenopausia, cuando tu cuerpo empieza a experimentar cambios hormonales que hacen que cuidar la alimentación sea esencial.

¿Qué es la inflamación y por qué debería importarte?

La inflamación es una respuesta natural del cuerpo. Nos protege, repara tejidos, lucha contra infecciones. El problema aparece cuando esta inflamación se vuelve crónica, silenciosa, y se mantiene activa constantemente. Esta inflamación no da señales evidentes, pero a largo plazo afecta a tus hormonas, a tu sistema digestivo, a tu cerebro… y al famoso «metabolismo lento» que muchas mujeres sentimos a partir de los 40.

Algunos signos de inflamación:

  • Menos energía sin razón aparente
  • Dolor articular o muscular persistente
  • Hinchazón o problemas digestivos
  • Mayor resistencia a la insulina
  • Cambios de humor
  • Dificultad para perder peso

Todo esto puede estar relacionado con una inflamación mantenida en el tiempo… y con hábitos que muchas veces no sabemos que la están alimentando.

¿Qué favorece la inflamación?

Hay varios factores que pueden intensificar ese estado inflamatorio:

  • Una microbiota intestinal alterada, resultado de años de estrés, dietas restrictivas o antibióticos.
  • Dormir mal o fuera de ritmo, sin respetar tus ciclos circadianos.
  • Estrés constante, que genera un estado de alerta interna continuo.
  • Alimentación basada en ultraprocesados, azúcares y aceites de mala calidad.

La buena noticia es que la alimentación puede ayudarte. Y no necesitas hacer dietas extremas ni pasar hambre. Solo necesitas hacer elecciones más conscientes y adaptadas a esta etapa hormonal.

¿Cómo puede ayudarte la alimentación antiinflamatoria?

Lejos de ser una lista de prohibiciones, la nutrición antiinflamatoria es una forma de reconciliarte con tu alimentación. Es volver a lo simple, a lo que sí nutre, a lo que sí funciona para ti —en esta etapa de tu vida. Favorece los procesos naturales de tu cuerpo, reduce el estrés oxidativo, apoya tus hormonas y fortalece tu salud digestiva.

Aquí te comparto algunas claves prácticas para empezar hoy mismo:

1. Aumenta el consumo de vegetales de colores vivos (y mejor si están crudos)

Llena tu plato de vegetales frescos, de temporada y de muchos colores. Son ricos en antioxidantes, fibra y fitoquímicos que ayudan a neutralizar la inflamación. Además, alimentan tu microbiota y ayudan a tu hígado a metabolizar mejor las hormonas.

Incluye diariamente: hojas verdes, zanahorias, remolacha, pimientos, col lombarda, rábanos, frutas del bosque…

2. Elige grasas de buena calidad

Las grasas no son tus enemigas, al contrario. Pero necesitas elegir bien. El aceite de oliva virgen extra (AOVE) es uno de los alimentos más antiinflamatorios que puedes consumir. También puedes incluir pequeñas cantidades de aceite de coco o aguacate.

Evita los productos que contengan aceites vegetales refinados (como el de girasol, maíz, soja…) que están presentes en muchos productos procesados.

3. Cocina suave y a baja temperatura

Evita las frituras, los horneados a altas temperaturas o las comidas muy tostadas.Opta por cocciones suaves, al vapor, hervidos, guisos lentos, respetan los nutrientes y evitan la formación de sustancias inflamatorias.

4. Omega 3: un antiinflamatorio natural

El omega 3 tiene un potente efecto antiinflamatorio. Lo encuentras en el pescado azul pequeño, las nueces y las semillas de chía o lino. Puedes considerar suplementarlo si tu dieta no incluye suficientes fuentes naturales.

El omega 3 puede marcar la diferencia en tu energía, tu inflamación y hasta tu estado de ánimo.

5. Evita el alcohol y el tabaco

No hay dosis segura de tabaco, y el alcohol —incluso el «social»— puede aumentar la inflamación, interferir con el sueño y con el metabolismo hormonal. Redúcelo al máximo si estás en proceso de reequilibrar tu salud.

TIP EXTRA: el poder del almidón resistente

¿Sabías que si cocinas y luego dejas enfriar alimentos como la patata, el boniato o el arroz durante al menos 24 horas, generas lo que se conoce como almidón resistente? Este tipo de fibra alimenta tus bacterias intestinales buenas y reduce la inflamación desde el intestino. Puedes consumirlos fríos o recalentarlos ligeramente.

Y otra de las cosas más importante… el ejercicio de fuerza

No puedo dejar de mencionarlo: el ejercicio de fuerza es una de las herramientas más antiinflamatorias que existen. Ayuda a regular la glucosa, mejora la sensibilidad a la insulina, protege tus huesos y mejora tu estado de ánimo.

No necesitas pasarte horas en el gimnasio. Dos o tres sesiones de fuerza a la semana pueden marcar la diferencia.


Conclusión

La nutrición antiinflamatoria no es una moda, ni una dieta más. Es una forma de cuidar tu cuerpo, tu energía y tus hormonas desde la raíz. Especialmente en la perimenopausia, donde el equilibrio interno se vuelve más delicado, hacer estos cambios puede ayudarte a sentirte más ligera, con mejor digestión, más centrada mentalmente y más en paz con tu cuerpo.

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