resistencia a la insulina en menopausia

Cómo saber si tienes resistencia a la insulina en menopausia


Entre los cambios hormonales que se producen, uno de los más relevantes es la disminución de estrógenos, especialmente del estradiol, una hormona que juega un papel clave en el metabolismo, la sensibilidad a la insulina y la regulación de la energía.

Uno de los efectos de esta caída hormonal puede ser el aumento del riesgo de desarrollar resistencia a la insulina, un desequilibrio metabólico que puede aparecer desde la perimenopausia y contribuir a síntomas molestos y a largo plazo, incluso enfermedades como la diabetes tipo 2 o el síndrome metabólico.

¿Qué es la resistencia a la insulina?

La insulina es una hormona que permite a las células absorber la glucosa (azúcar) de la sangre y utilizarla como energía. Cuando las células dejan de responder bien a esta señal —es decir, cuando se vuelven “resistentes”— el cuerpo necesita producir más insulina para lograr el mismo efecto. Esta sobrecarga del sistema puede desequilibrar muchos procesos internos y producir una serie de síntomas físicos y emocionales.

Durante la menopausia, el descenso de estradiol reduce la sensibilidad de las células a la insulina, facilitando que aparezca esta resistencia. Afortunadamente, detectar las señales a tiempo y ajustar nuestros hábitos puede marcar una gran diferencia.

5 señales que pueden indicar resistencia a la insulina en la menopausia

1. Energía fluctuante tras las comidas

Una de las señales que puede aparecer es notar energía justo después de comer y seguidamente una sensación de mucho cansancio y muchas ganas de volver a comer alimentos más dulces. Si sientes que tu energía baja drásticamente entre comidas, puede ser que tu cuerpo esté teniendo dificultades para utilizar la glucosa de forma eficiente. Esta «montaña rusa» energética es una pista clara de que el cuerpo está teniendo dificultades para gestionar adecuadamente la glucosa.

2. Cansancio si pasas muchas horas sin comer

Otra señal de resistencia a la insulina es tener una energía muy baja cuando pasas mucho tiempo sin comer, sentirte incluso mareada o la cabeza espesa. En un cuerpo metabólicamente flexible, el organismo es capaz de obtener energía de sus reservas. Pero cuando hay resistencia a la insulina, esa flexibilidad metabólica se ve reducida, y el cuerpo empieza a depender excesivamente de la glucosa como fuente principal. Esto puede provocar que sientas debilidad, irritabilidad o incluso mareos si te saltas una comida o si hay mucho tiempo entre una y otra.

3. Acumulación de grasa en el abdomen

La grasa que se acumula en el abdomen puede estar relacionada con la resistencia a la insulina. Se trata de cómo tu cuerpo regula la energía. Ese aumento de la grasa es algo natural en esta etapa, pero también podría ser un indicador de resistencia a la insulina.

4. Antojos de alimentos dulces o cafeína

Estos deseos pueden ser el resultado de altibajos en los niveles de glucosa en sangre. Cuando la glucosa no entra de forma eficiente a las células, el cuerpo “pide” más energía de forma rápida, y es ahí donde aparecen los antojos y el impulso de buscar soluciones rápidas como la cafeína o el azúcar.

5. Analíticas

Valores elevados de glucosa en ayunas, insulina o hemoglobina glicada (HbA1c) pueden ser signos de que el cuerpo está teniendo dificultades para absorber el azúcar de forma saludable.

¿Qué podemos hacer para mejorar la sensibilidad a la insulina?

La buena noticia es que hay mucho que podemos hacer para mejorar nuestra salud metabólica. La clave está en apoyar a nuestras células para que respondan mejor a la insulina. Aquí van algunos consejos prácticos y sencillos:

1. Elige carbohidratos de calidad

Prioriza carbohidratos integrales y ricos en fibra, como la quinoa o el trigo sarraceno —evita azúcares refinados—. La fruta entera y fresca es una excelente opción (mejor que los zumos), y los smoothies caseros con proteína vegetal también se ha visto que pueden ser buenos. Un truco sencillo: tomar los carbohidratos al final de las comidas ayuda a reducir los picos de glucosa.

2. Cultiva músculo con ejercicio de fuerza y HIIT

El músculo es un órgano metabólicamente activo: cuanto más músculo tienes, más glucosa puede utilizar tu cuerpo de forma eficiente. El entrenamiento de fuerza y los ejercicios de alta intensidad a intervalos (HIIT) son especialmente beneficiosos en esta etapa de la vida.

3. Gestiona el estrés

El cortisol, la hormona del estrés, es hiperglucemiante: hace que liberemos más glucosa e insulina. Si estás en un modo de estrés constante, el cuerpo lo nota. Técnicas como la respiración, el yoga, los paseos al aire libre o simplemente tener ratos sin pantalla, ayudan más de lo que parece.

4. Cena temprano

Por la noche somos más resistentes a la insulina, así que si puedes cenar entre las 19:00 y las 20:00, mejor. Ligero, rico, nutritivo. Dormirás mejor y tu cuerpo lo agradecerá muchísimo.

5. Truquitos que te pueden ayudar

  • Berberina: un suplemento natural que puede mejorar la acción de la insulina y reducir la glucosa en sangre.
  • Vinagre de manzana: tomado antes de una comida con carbohidratos, puede ralentizar su digestión y reducir los picos de azúcar.
  • Canela de Ceylán: se ha visto que ayuda a regular el metabolismo de la glucosa y puede incorporarse fácilmente a tus comidas o infusiones.

En resumen

El cuerpo cambia, sí, pero también se adapta. Estas señales no son un fallo, sino una forma de pedirte más atención. Y tú puedes acompañarte con calma, con mimo y con decisiones que te empoderen.

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